Innovación disruptiva en Educación Superior: ¿sólo quedarán 10 universidades?
Cito un post muy interesante y en mi opinión visionario, donde se nombran dos respetadas eminencias en el sector educativo de la universidad de BYU y la universidad de Hardvard.
Alrededor de todo el mundo las empresas, los países, la sociedad en general necesitan que los resultados de la educación sean acordes a lo que el mercado demanda o que vayan más halla de lo que el mercado demanda, las capacidades de los individuos y las competencias que se logran de manera autónoma gracias a los medios tecnológicos son cada vez mas valoradas por las empresas que los títulos universitarios. Tal es asi que a algunos autores hablan de la burbuja educativa y que esta está llegando a su ciclo final.
Este problema se concreta en dos aspectos:
1. Irrelevancia: es una causa creciente del desfase entre las necesidades de la sociedad y los resultados de la educación, debida en gran parte al hecho de que la mayoría de las instituciones educativas están desconectadas, y funcionan de espaldas al mundo real. Esto aumenta el número de graduados universitarios que no encuentran trabajo, porque carecen de competencias necesarias para el siglo XXI. En este video de McKinsey hay datos concretos que ilustran el punto.
Por ejemplo, sólo en USA hay 12 millones de desempleados, y 4 millones de puestos de trabajo sin cubrir, mientras las empresas gastan 4 billones de dólares al año en formar a sus nuevos empleados. En países como España, la situación es aún más grave.
Lo que las universidades tradicionales hacen es controlar la calidad de los “outputs” (graduados) mediante el control de la calidad de los “input” (admisiones), y esto otorga un más que discutible valor añadido al proceso educativo. ¿Qué aportan las universidades si sólo los alumnos potentes consiguen carreras de éxito?
2. Accesibilidad: los costes de la educación superior, ya sea pública o privada, continúan subiendo, lo que hace cada vez más difícil acceder a una carrera universitaria. Pero esto no tiene sentido ya que la innovación aplicada a la educación está produciendo en general formas más baratas de acceso a procesos de aprendizaje. El mejor ejemplo es el de los MOOCs, que permiten un acceso gratuito, con un coste 0. Sin embargo, las universidades tradicionales continúan incrementando el precio a pagar por adquirir conocimientos!!! Esta ineficiencia del mercado está produciendo la explosión de soluciones innovadoras que permiten mayor accesibilidad a costes bajos.
En este artículo en The Economist se exponen las luces y sombras del movimiento MOOC, que sin duda plantea unas nuevas reglas del juego… si cualquier persona con una conexión a internet puede recibir una clase de un profesor de Harvard, las universidades tendrán que ofrecer otro valor… o no??
¿Qué piensan hacer las universidades tradicionales ante esta situación? La innovación disruptiva que permita su supervivencia supone una redefinición de los estándares de calidad ” aplicada al mundo real”, accesibilidad global a las clases medias y redefinición del concepto de valor aportado por las instituciones (el conocimiento ya no puede serlo).
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Henry Eiring en Salt Lake City. Durante una larga conversación acerca del futuro de la educación superior expuso la idea de que en el futuro habrá pocas universidades, que operarán globalmente, y que serán las que hayan reinventado el producto / servicio educativo para alinearse con las necesidades de la sociedad.
El motor para ese cambio puede venir de instituciones que, hoy por hoy, no están en el mercado de la educación superior. Organizaciones que sean capaces de conectar empleadores, universidades, expertos, reguladores, y liderar una visión nueva y desprovista de “hipotecas” de culturas de referencia que impidan la innovación disruptiva.
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